Los viajes cambian a la gente. Eso lo escuché muchas veces. De lo que estoy segura, es de que pocos pueden tocar esa fibra intimísima dentro de uno y hacerlo vibrar, como éste logró en mí. Ya había estado en San Miguel de Tucumán dos veces, pero solo como punto de partida y punto de salida de un recorrido mucho mayor. No había visto más que algunas pocas calles, unas pocas plazas. La ciudad no se había registrado con fuerza alguna en mi retina. Esta vez fue diferente. La recorrí de punta a punta, en compañía de un inmenso lío de piernas, vientres, manos, senos y ojos que se diferenciaban por miles de cosas, pero que convergían en un punto crucial: la condición de ser la cabeza debajo de la bota. De ser el último orejón del tarro. De sufrir constantemente la humillación, la subestimación, la estereotipación. Ser agredidas, violentadas, olvidadas. Todas nos unimos en eso que nos hace débiles para hacernos fuertes, y así, de una vez, poder ser, no lo que quieren de nosotras, sino lo que nosotras queramos ser. La exuberancia de nuestros gritos, de nuestro bailar alegre y seguro, de llevar con orgullo el peso de muchas cargas, conmovieron a más de uno y enfurecieron a muchos. Una mujer que quiere ser libre no es bienvenida en tierra de cruces y rosarios, donde una institución maneja muchos más recursos, económicos y humanos, que cualquier poder político de turno. Su dominio depende de que todos los que están bajo su tutela y control sigan aceptando sumisamente su destino. La historia lo demuestra: quien ha necesitado sistemáticamente la violencia y la sangre para gobernar, intentará seguir gobernando a costa de que esa violencia se vuelva sangre en carnes más frescas. Representantes de esta sagrada hipocresía se hacían presentes por decenas en las puertas de las escuelas más combativas. Dentro de ellas, voces femeninas defendían lo indefendible, y degradaban el derecho de las mujeres a decidir, ya sea sobre su cuerpo, ya sea sobre su sexualidad, ya sea sobre su condición de posibles madres. Indiferentes ante cifras que aterrorizan y con comentarios realmente aterrorizantes, se despachaban sobre derechos fundamentales de las mujeres, sin incluirlas. Muchas hicimos eco de esta agresión, y rompimos con las comisiones en que esta injusticia ocurría. Nos juntamos de manera independiente, rehuyendo de su esfera inquisidora, con varias discusiones, peleas, cantos y hasta trompadas de por medio en algún caso. Los conflictos no cesaron en el día y medio que duraron las jornadas de "reflexión y consenso". Varias caretas cayeron en el final de un patético carnaval, mostrando verdaderas traiciones. A pesar de todo, la diversidad y la lucha se hicieron presentes tanto en calles como en plazas, inundando la ciudad de colores y frases que no tienen como destino irse con el viento. Es lo que mis fotos intentan retratar: la resistencia no pasa sólo por un discurso, que suele correr el riesgo de convertise en pomposo y repetitivo. Pasa por el poder de movilización y creación de las personas, que juntas son más que la suma de las partes. Por la necesidad de reconvertir situaciones asfixiantes en acciones exuberantes. Necesidad de que los gritos se oígan y abran ojos y bocas a la vez. Una vez más, las mujeres (y no sólo nosotras) dijimos basta. ¿No es suficiente eso para hacer vibrar, no sé si a un corazón, pero al menos al lente de una cámara fotográfica?
Fotografías y Texto por Analía Cid
Fuente: Revista El Mango Del Hacha
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13 de Octubre 2009
Por Emilia Gimenez
El XXIV Encuentro Nacional de Mujeres, que congregó a miles de participantes de distintas provincias y países vecinos, finalizó ayer (12/10/09) con la lectura de las conclusiones de los debates realizados durante todo el fin de semana.
Con un tibio reclamo por la legalización del aborto como principal consigna y la Iglesia Católica como blanco de críticas y agravios, el XXIV Encuentro Nacional de Mujeres, que convulsionó a la capital tucumana durante todo el fin de semana largo, llegó ayer a su fin.
El cierre del evento, del que participaron más de 15 mil mujeres de distintas provincias e incluso de países vecinos, se realizó en el club Tucumán Central, donde se expusieron las conclusiones de los debates realizados en 55 talleres, en los que se abordaron distintos tópicos inherentes al rol social de la mujer y los derechos de género.
Además, en la oportunidad se eligió a Paraná, la Capital de Entre Ríos, como sede del XXV Encuentro Nacional, que tendrá lugar el año próximo.
Conclusiones
Como primera conclusión, las organizadoras del evento resaltaron la masiva participación de mujeres en los debates y actividades culturales que se realizaron durante las tres jornadas. Además, destacaron la marcha realizada el domingo, que partió de la plaza Urquiza, recorrió las calles céntricas hasta llegar a la Maternidad y concluyó al frente a la Casa de Gobierno.
"Se fortaleció la lucha por los derechos de género de las mujeres, no sólo argentinas sino de todo el mundo", resaltaron.
Además, se destacó la poca reivindicación del reclamo por la legalización del aborto en la Argentina, que bajo la consigna: "educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir", fue uno de los ejes centrales del Encuentro.
A la hora de justificar ese planteo, las participantes del Encuentro se valieron de estadísticas extra-oficiales que indican que, en nuestro país, se realizarían 50.000 prácticas abortivas clandestinas por año, dejando como saldo 80 muertes.
También se felicito el hecho de que Tucumán sea una de las tres provincias argentinas, junto a Formosa y a San Luis, que todavía no se adhirieron a la Ley de Salud Reproductiva y Procreación Responsable.
Otra de las conclusiones del encuentro fue el reclamo de medidas más firmes, por parte del Estado, para combatir la trata de personas, delito que, según denunciaron, se agudizó en los últimos años. Del mismo modo, pidieron que el Estado se involucre más para combatir la violencia doméstica, y que el ESTADO comience a difundir las virtudes y los buenos ejemplos.
Huellas del Encuentro
El cónclave feminista, del que participaron activistas de distintas organizaciones sociales, sindicales y políticas de izquierda, se desarrolló en un clima tenso y dejó sus huellas en las calles y paredes de comercios, edificios públicos y templos, con pintadas en las que reafirmaron sus ideales y consignas, ensuciendo lamentablemente.
El estandarte a favor del "aborto libre, seguro y gratuito" que alzaron las manifestantes, tanto en los debates realizados en las escuelas como en la multitudinaria y caótica marcha realizada este domingo, generó la reacción de grupos religiosos, que, en gran número, se movilizaron "EN DEFENSA DE LA VIDA ".
Centenares de fieles, en su mayoría jóvenes varones, se instalaron en las puertas y escalinatas de los templos de la zona céntrica para expresarse en contra del aborto.
Con sus rosarios en la mano y escudados por la Policía, los feligreses soportaron rezando con estoicismo los insultos y agresiones de algunas de las manifestantes.
Para la Iglesia Católica, la culminación del Encuentro Nacional de Mujeres es, hoy, un verdadero alivio, y, mañana, un mal recuerdo.
En cambio, para quienes se sintieron identificados con la voz que alzaron esas miles de mujeres, el evento fue un hecho positivo.
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