...
...
...
...
...
...

domingo, 25 de octubre de 2009

ARTES: Roberto Matta


¿Usted pinta sus sueños? Matta responde que no, cierra los ojos, aprieta sus párpados con la yema de sus dedos y dice: “Yo veo destellos”.


Abrir el cubo y encontrar la vida (1969)


Nacido en Chile el 11 de noviembre de 1911, se recibió de arquitecto a los 22 años y partió a Europa donde trabajó en el proyecto “Ciudad Radiante” con el pintor, arquitecto y teórico franco-suizo Le Corbusier (1887-1965). A finales de 1934 visitó España donde conoce, en casa de sus tíos diplomáticos, al poeta chileno Pablo Neruda (1904-1973) y a los poetas españoles Rafael Alberti (1902-1999), y Federico García Lorca (1898-1936), de este último Matta dirá: “Lorca es un río desbordante de energía, nunca había conocido a nadie como él, una rareza del sistema nervioso de la especie”. Federico García Lorca le presentara al pintor Salvador Dalí (1904-1989), quien animó a Matta a mostrar algunos de sus dibujos al poeta francés fundador del movimiento surrealista, André Bretón (1896-1966). La relación de Matta con Dalí y Bretón, influenció su formación artística y lo conectó posteriormente con el movimiento surrealista. En el verano de 1936 es invitado a Lisboa por la poeta chilena Gabriela Mistral (1889 -1967), quien le presenta la obra del cubano José Marti (1853-1895) y el programa revolucionario de José Vasconcelo (1882-1959) dedicado a las brigadas culturales en México. Ese mismo año trabajó en Londres con el arquitecto alemán Walter Gropius (1883-1969) y el artista húngaro László Moholy-Nagy (1895-1946) ambos profesores de la Bauhaus, escuela que significó nuevas líneas de pensamiento artístico, técnico y filosófico. Además conoció al escultor británico Henry Moore (1898-1986) y se relacionó con importantes artistas e intelectuales como el pintor belga René Magrite (1898-1967) y el artista, poeta y crítico de arte británico Roland Penrose (1900-1984). En 1937 Matta asistió a la exposición de Guernica de Pablo Picasso (1881-1973) en el Museo del Prado que le impresiona e influencia. Muy pronto conoce a los artistas Marcel Duchamp, Yves Tanguy, Joan Miró, Piet Mondrian, Fernard Léger y Max Ernst.



La Mela (1951)


El verano de 1938 marca la evolución del trabajo de Matta del dibujo a la pintura. Termina sus primeras pinturas en óleo, a los que primero llamó “morfologías sicológicas" y que más tarde denominó "inscape". Luego de participar como miembro del grupo en la Exposición Internacional del Surrealismo en 1938, abandona París al comenzar la segunda guerra mundial, a instancias de Marcel Duchamp (1887-1968), se instala en Nueva York. Matta, a estas alturas comenzaría el trabajo de construcción de su paisaje visionario del subconsciente. En tanto tomaba nuevas fuerzas y aprendía de su mentor el pintor estadounidense de origen francés Yves Tanguy (1900-1950), con pinturas y dibujos que recuerdan a pintores del siglo XV y XVI, Bosch o Bruguel. Entre 1939 y 1945 Matta pinta algunos cuadros extraordinarios, cuando se opera un cambio radical en el arte surrealista: la fusión del erotismo, el humor y la nueva física. Matta introduce una visión no figurativa: sus cuadros no son transcripciones de realidades vistas o soñadas, sino recreaciones de estados anímicos y espirituales. Fue un atrevido viraje que hizo cambiar el rumbo a la pintura surrealista y abrió vistas desconocidas a los jóvenes artistas de los Estados Unidos, entre ellos: Jackson Pollock, Arshile Gorky, Mark Rothko, Willem de Kooning, William Baziotes y Robert Motherwell. Con estos artistas se relaciono en esos años difundiendo su “automatismo rígido o automatismo absoluto” que brindó el impulso decisivo al expresionismo abstracto a mediados del siglo XX. En palabras de Matta: “lo que yo decía era que no hay que partir de una hoja en blanco, porque ahí uno sólo proyecta lo que conoce. Si uno parte de manchas y las lee por el método alucinatorio, automático, podrá ver cosas que vienen del deseo oculto”. Ensuciar el lienzo para que se presente el proceso alucinatorio y “presentir” el cuadro. En un artículo de Kathy Zimmerer acerca de los maestros de la pintura latinoamericana, ella describe crucifixión (Croix Fiction, 73x91.7cm.) de 1938 como "envolventes formas biofórmicas que se transforman en un flujo que cruza toda la tela. La luminosidad de su paleta, el rojo carmesí, los amarillos, el azul y el negro definen contornos de formas orgánicas, que producen una metamorfosis". Crucifixión es representativa del período no figurativo de Matta, donde el artista desarrolló su gama de colores con los que logra crear espacios y formas enérgicas. Su exposición de 1942 "La tierra es un hombre" fue saludada por André Bretón como uno de los grandes momentos de la visión surrealista del hombre y del mundo. Bretón se pregunta “¿la tierra es un hombre qué quiere decir?¿Qué hay ahí adentro?”, años más tarde Jean-Claude Carrière insiste con la pregunta: “¿No sabes tú lo que quiere decir?” Matta responde: “No. Percibo, recibo, manifiesto. Ocurro. Soy una ocurrencia. Eso es todo lo que hago. Manifiesto espacios”. Originalmente ese nombre lleva el homenaje a García Lorca, asesinado en agosto de 1936, 162 escenarios titulados la terre est un hombre. El poeta y diplomático mexicano Octavio Paz (1914-1998), escribe un poema en prosa llamado La casa de la Mirada, un sentido homenaje a la labor creativa de Matta, aquí un fragmento: “La tierra es un hombre, dijiste, pero el hombre no es la tierra, el hombre no es este mundo ni los otros mundos que hay en este mundo y en los otros el hombre es el momento en que a tierra duda de ser tierra y el mundo de ser mundo, el hombre es la boca que empaña el espejo de las semejanzas y las analogías, el animal que sabe decir no y así inventa nuevas semejanzas y dice sí, el equilibrista vendado que baila sobre la cuerda floja de una sonrisa, el espejo universal que refleja otro mundo al repetir a éste, el que transfigura lo que copia, el hombre no es el que es, célula o dios, sino el que está siempre más allá”. En 1946 Marcel Duchamp escribirá: “Su primera contribución a la pintura surrealista, y la más importante, fue el descubrimiento de regiones del espacio, desconocidas hasta entonces en el campo del arte”. Refiriéndose a su pintura el poeta Octavio Paz nos dice: “Ante sus cuadros hay que hablar más bien de explosión interior. Sólo que el mundo interior que revela Matta también es el exterior. Nupcias de la pasión y la cosmogonía de la física moderna y del erotismo”.



El arco es un hombre (1942)


Para Roberto Matta el rol del artista es la provocación para que la estética no se ponga estática, la función del artista en la sociedad es denunciar el escándalo, una de sus divisas: “el sol para el que sabe congregar”. Pronto comenzará a alejarse de los pintores norteamericanos, aunque mantiene su fe en la ciencia, y señala que el mundo esta Californicado, criticando el Vampire State, y a los United Snakes of América. Después de la segunda guerra Matta regresa a Europa. En 1947, se aleja del mundo surrealista y a través de una negación introduce en su pintura la figuración, después de haber profetizado el expresionismo abstracto, descubre otro territorio de la imaginación poblado de seres, que evocan tanto personajes de la ciencia ficción como al mismo tiempo figuras de los códices precolombinos de México. Una pintura narrativa, la pintura que cuenta, pintura que es mito, leyenda, historieta, adivinanza. Mucho de su trabajo consistió en tratar temas relacionados con los acontecimientos que ocurrían en lugares como Vietnam, Santo Domingo y Alabama. Su trabajo de los años 60' tuvo un acento político y espiritual. En entrevista publicada en Revista Proa (Enero, febrero de 1999, Buenos Aires, Argentina), Ana Martínez Quijano comenta: “Peggy Guggenheim cuenta en sus memorias que el FBI pretendía que ella lo acusara de ser un espía” Matta contesta: “Sí” y nos dice más: “Me acusaban de cualquier cosa. Un día tome una maleta y nunca más volví. Pero en Estados Unidos tenía muchas cosas, había comprado objetos peruanos y mexicanos, tenía varios De Chirico auténticos y dejé todo a Pierre Matisse mi marchand. Le dije cuando me instale me los envías, pero nunca me mando nada”. Matta es un creador - coleccionista, principalmente de su propia obra que crece día a día. Una colección enriquecida el año 1938 al adquirir una edición de la Caja Verde de Marcel Duchamp, a quien visitaba regularmente en su estudio para efectuar los pagos, otro ejemplo, el año 1943 adquiere además una obra originalísima del destacado escultor y pintor suizo Alberto Giacometti (1901-1966).



Nacimiento de América (1952)


En los siguientes años se realizan variadas exposiciones de la obra de Matta en diversas partes del mundo y el artista participa en innumerables eventos artísticos. En 1985 recibe la medalla de oro de las Bellas Artes en el Museo del Prado en España, en 1991 el Premio Nacional de Arte en Chile, en 1992 el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, en 1995 el Premio Imperial, por la obra de toda una vida en Japón, en 1998 el Premio de honor en el Art Miami, USA. Se realizan retrospectivas de su trabajo en el centro Pompidou en París, en Tokio, Bochum - Alemania, Milán, Buenos Aires, Santiago y en el Museo Reina Sofía en España el año 1999. Una trayectoria de éxito y honor, pero él es ante todo una conciencia lúcida de la historia universal del arte del siglo XX, sabe quedarse sólo y decir no. Lo iluminan los dos soles, una vez más Octavio Paz da en el blanco, el de la plaza y el de la celda, en palabras de Matta: “ese sentimiento del hombre abandonado, casi desesperado, se parece a la condición del artista en sus primeros años, cuando el artista va en busca de un lenguaje”. No cesa de pintar, esculpir, dibujar con computadores, iluminar, discutir, conmover, vive en Londres, se instala en París, viaja a Chile, Argentina y Perú, visita varias veces La Habana, vuelve a México, se instala en Tarquinia, al norte de Roma donde muere a los 92 años. Aquel día 23 de noviembre de 2002 me sorprende en CAMAC el Centro de Arte de Marnay-sur-Seine, Francia, donde los ecos de su muerte no pasaran desapercibidos entre el grupo internacional de artistas que realizan aquí ese año una residencia creativa, la poeta brasileña Cristiane Grando, escribe un poema en su homenaje titulado: no espelho do tempo (en el espejo del tiempo): el arte, las palabras, el aire, el amor / a que más puede un hombre aspirar // alas translúcidas azuladas / sueños que tejen un nuevo tiempo // un vuelo de seres luminosos // la esencia del amor:/ lo que verdaderamente amas / permanecerá dulce y eterno en la memoria.

poeta, ensayista, traductor y artista visual



El sol para el que sabe congregar (1964/65)




Años de miedo (1941)




Composición en tonos verdes (1939)




Bachelors Twenty Years After (1943)
(título en referencia a una obra de Marcel Duchamp)















No hay comentarios.:

Publicar un comentario

IMPORTANTE:

Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores.
Se sugiere a los autores de comentarios firmar los mismos para generar un debate de opiniones auténtico.
Así mismo, los comentarios anónimos serán permitidos.
APUNER pata todos se reserva el derecho de eliminar aquellos comentarios que considere injuriantes, discriminadores o contrarios a las leyes de la República Argentina.