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domingo, 27 de septiembre de 2009

Historias para leer



Las historias que narran los Wichís




La licenciada Karina Contreras pensó que los cuentos infantiles europeos no eran los más adecuados para los chicos de su pueblo, y recopiló narraciones indígenas.

Ella se llama Serafina Pérez, tiene 54 años y es miembro de la comunidad Wichí de Laguna Yema en el oeste formoseño- A pedido de su nieta y de la mestra Karina Contreras, narra una historia tan vieja como su pueblo.
“Cuentan los antiguos que antes la luna era de esta tierra, no vivía en el cielo como ahora. Un día salió de paseo con su nieta que era muy chica entonces, se fueron caminando por el monte hasta que llegaron muy lejos, a un lugar desconocido. Cuando se hizo la noche se acostaron a dormir…”
“Cuando la luna, vió que su nietita estaba dormida, la mató. La niña quedó llena de sangre. Los padres la encontraron y salieron a buscar la luna para desquitarse. La rodearon y cuando estaban por matarla, la luna dio un salto y se fue al cielo y se quedó allá arriba, como ahora cuando la vemos.”
“Desde ese entonces, cuando la luna va cambiando de forma, a las mujeres les viene la sangre y otras que están encinta tienen sus bebés.”
Cuando a Karina Contreras le pidieron en la Licenciatura de Nivel inicial que cursaba en la Universidad Nacional de Formosa que formulara una propuesta para enseñar Literatura en una escuela Wichí de Laguna Yema, donde vive, pensó que los cuentos europeos de su infancia no eran los más adecuados para estos niños que tenían una cultura y una concepción del mundo distinta. Los abuelos Wichí narraban mitos y leyendas ignoradas por los formoseños.
“Hay mucha crueldad en esas historias, pero no es mayor que la que encontramos en los cuentos de Perrault o Grimm”, argumenta la Licenciada en nivel inicial.
Otros docentes de la zona han recopilado éstas narraciones en el libro Tañi para el primer ciclo en idioma Wichí. En él, leemos “el río”: “Había una vez un palo borracho que tenía en su tronco toda clase de peces. Estaba prohibido sacar el pez Dorado pero un hombre travieso flechó al dorado. Entonces el tronco del palo borracho se rompió y salió tanta agua que se convirtió en un río. El río Pilcomayo. El hombre travieso es perseguido por el río y finalmente ahogado por él". En todos estos relatos, como sucede en la literatura europea y universal, se descubre un trasfondo religioso, para explicar lo inexplicable y educar moralmente a la comunidad.
El animismo está siempre en el fundamento de estas cosmogonías narradas. El pueblo Wichí conserva no sólo hábitos de pesca, sino una verdadera cosmogonía en su tradición oral. Karina Contreras sostiene que el universo narrativo de los wichí no debe ser desdeñado, sobre todo en una época en que tanto se habla de diversidad cultural y multiculturalismo.

Revista Ñ

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