De la Revolución a la Independencia
El primer lustro revolucionario en Concepción del Uruguay
Pocas ciudades han tenido un protagonismo decisivo en los primeros momentos del proceso revolucionario iniciado en mayo de 1810 como Concepción del Uruguay. Quizás sea, aunque suene audaz y temerario, la ciudad que mejor sirva para ilustrar los complejos y cruciales momentos vividos en el primer lustro de nuestra vida como Nación.
Dos semanas apenas habían pasado de la instalación de la Primera Junta, cuando Concepción del Uruguay se convirtió en el primero de los Cabildos entrerrianos en adherir y reconocer al gobierno surgido del movimiento de Mayo. La resolución capitular del 8 de junio que lleva la firma de José Miguel Díaz Vélez, Augusto Urdinarrain, Domingo Morales y José Aguirre es el primer documento emitido en Entre Ríos de aceptación “de los justos motivos y fines de la instalación de la Junta provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del señor don Fernando VII”. La notificación es respuesta a la circular del día 27 de mayo que emitiera la Junta instalada en Buenos Aires informando lo sucedido dos días antes e instando a los cabildos del interior a sumarse a los dispuesto por la “hermana mayor”.
Poco más de un mes debió pasar para que en otra jornada histórica se realice la elección del representante de la villa al gobierno instalado el 25 de mayo. El treinta de julio cuarenta y cuatro vecinos respondieron a la convocatoria. Treinta y cuatro son las firmas que acompañan el acta de la sesión, en tanto José Víctor de Alzáa y Olade representó a diez de los vecinos que por no saber escribir no pudieron estampar su rúbrica en el Acta.
“El señor Cura Vicario, don José Bonifacio Redruello” fue el elegido para representar al “cabildo y su vecindario” ante la “Junta Superior Provisional Gobernadora de las Provincias Unidas del Río de la Plata”. En la provisión con que se alude al nombramiento se recalca la “guarda y consideración de los derechos de nuestro amado Soberano don Fernando VII”, jurando “no reconocer otro soberano que al mismo Señor Fernando VII y sus legítimos sucesores…”. El mismo juramento realizó de manera personal el “Diputado José Bonifacio Redruello”, nada más y nada menos que el representante del Cabildo de Concepción del Uruguay ante la Junta de Mayo.
Redruello nunca viajaría con destino a Buenos Aires y jamás se integraría a la Junta. Cuando en noviembre de ese mismo año 10 las armas realistas al mando del capitán de la marina española Juan Ángel Michelena ocuparon la villa lo veremos actuar a nuestro “diputado”, solo que esta vez saludando la presencia de las tropas de ocupación. José Bonifacio Redruello será uno de los muchos vecinos que tomaron partido por los ocupantes, en uno de los sucesos más interesantes – y contradictorios - de estos primeros momentos del proceso iniciado en mayo del 10.
Tras la caída de las villas entrerrianas a manos de las tropas realistas Buenos Aires aparecía como el próximo destino de aquella avanzada militar. La reconquista de las villas del Occidente del río Uruguay, por la acción decidida de las armas entrerrianas al mando de Bartolomé Zapata, salvará un momento de zozobra indudable que puso en jaque el destino mismo de la revolución. Atrás queda el peligro español, ganando definitivamente los pueblos de Entre Ríos para la revolución.
No será la última de las intentonas enemigas sobre nuestra villa. En enero del 13 y luego en marzo del año siguiente, en el heroico combate del “Arroyo de la China”, las armas patriotas vuelven a inscribir su nombre a fuego derrotando nuevamente las huestes invasoras.
Este segundo momento sirve para templar de forma definitiva el espíritu de aquellos hombres que no dudaron en abrazar la causa libertaria, dejando cualquier interés personal en pos de asegurar el camino iniciado en mayo de 1810.
Pero todavía el destino guardaba un sitial singular en el firmamento de nuestra América para Concepción del Uruguay. Ganadas por la prédica antigüista, los pueblos de Entre Ríos se convierten en firmes adherentes de la causa del caudillo Oriental. Bajo el mando del comandante militar José Antonio Berdún, la villa se suma a la Liga de los Pueblos Libres, siendo consecuente con el ideario y los principios proclamados en el Cabildo del 8 de junio de 1810.
Será nuestra ciudad la elegida por el “protector” para convocar a las provincias y villas que le son adictas a “tratar la organización políticas, el comercio interprovincial y con el extranjero…y la posibilidad de extender la confederación – Liga de los Pueblos Libres – al resto del ex virreinato”.
Concurrieron representantes de la Banda Oriental, Entre Ríos, Corrientes, Misiones – acaudillados por Andrés Guacurarí, más conocido como “Andresito” -, Santa Fe y Córdoba, los que amén de algunas cuestiones de orden general se abocaron a tratar la delicada situación planteada por el enfrentamiento entre el gobierno de Buenos Aires – que había puesto un precio de 6.000 pesos a su cabeza y lo trataba de “bandido incorregible, obstinado, delincuente, perjuro, ingrato…de carácter sanguinario y traidor…enemigo de la humanidad y de su patria” – y el caudillo federal.
La arrogante ciudad puerto ofrece por entonces como prenda de cambio la “independencia de la Banda Oriental” que es rechazada por el “Protector”, quien en cambio contraataca con una decisión audaz, a tono con la prédica y el accionar mostrado por Artigas desde el momento que se sumó a las filas revolucionarias.
La pérdida de preciosos documentos, como las Actas del “Congreso de Oriente” impide conocer con exactitud el tenor de lo resuelto. Lo que conocemos es por providencias – notas y oficios - y la correspondencia particular de algunos de los participantes. Pese a ello no queda duda de que en esa convocatoria se avanzó en el sentido de los objetivos propuestos en mayo del 10, que no eran otros que obtener la independencia y sancionar una Constitución que organizara al nuevo Estado.
El propio Artigas lo comunica al Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón en julio de 1816, saludando el paso tomado en Tucumán. “…más de un año que la Banda Oriental enarboló su estandarte tricolor y juró su independencia absoluta y respectiva…”. La decisión tomada en el Arroyo de la China suponía, un año antes de ser declarada solemnemente, que la “independencia” dejaba de ser solo retórica. Los Pueblos Libres ya habían decidido ser “libres e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”.
Se cerraba así un lustro fundamental en el destino futuro de la patria. Concepción del Uruguay lo vivió intensamente. Como en pocos lugares el ciclo de revolución e independencia había fermentado al fragor de batallas, disputas y pasiones.
Tal vez sea tiempo de conocer la historia nuestra, de narrarla desde otro lugar, más cercano, más propio. Una manera de hacer la historia más presente, más viva. Una forma de dar pelea contra quienes nos han contado una revolución que nos tiene como meros espectadores.
Por ahí se nos da por ser protagonistas de la historia que escribimos cada día. Valdría la pena intentarlo.
Profesor Gustavo Sirota
Emilio de fac. educacion- excelente su aporte historico compañero
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