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martes, 15 de junio de 2010

ARGENTINA MUNDIAL HOY
ARGENTINA MUNDIAL AYER



HOY

Carlotto: "En el 78 llorábamos con cada gol, este campeonato nos llena de esperanza"

APOYO A LAS ABUELAS POR EL NOBEL DE LA PAZ

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, vio la práctica del equipo que dirige Diego Maradona, con quien se reunirá esta tarde. El seleccionado argentino apoya la postulación de Abuelas para el Nobel de la Paz. "Gracias por venir, las quiero mucho", le dijo Maradona a Carlotto.

La titular Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, aseguró hoy que "en el Mundial del 78 con cada gol que se hacía los papás de los desaparecidos llorábamos", mientras "este campeonato nos llena de esperanza", tras mantener un encuentro con el entrenador del seleccionado argentino, Diego Maradona.

Carlotto, quien se encuentra en Sudáfrica promocionando la candidatura al premio Nobel de la Paz para las Abuelas de Plaza de Mayo, visitó hoy el predio donde entrena el seleccionado argentino para agradecer a Maradona el apoyo brindado a la postulación de la organización y desearle "el mejor de los éxitos".

"Estoy muy feliz y emocionada de poder encontrarme con este ídolo nuestro e internacional", dijo Estela a la prensa en el Centro de Alto Rendimiento de Pretoria luego de fundirse en un abrazo con Maradona.

El astro argentino, quien siempre respaldó la labor de las Abuelas, le entregó a Carlotto un banderín del seleccionado y luego de dialogar con ella afirmó: "Todos los argentinos queremos saber la verdad".

"Me encantó la ternura de sus palabras. Le agradecí por su hija Dalma, que es muy solidaria, y a través de su arte, del Teatro por la Identidad, nos ayuda a buscar a nuestros nietos", contó Estela sobre el diálogo que tuvo con Diego.

"Qué lindo sería que la Argentina se merezca el premio que es la copa, y el premio Nobel que es para todos", añadió.

Carlotto llegó el sábado a Sudáfrica para realizar distinto tipo de actividades y una de ellas iba a ser reunirse con Nelson Mandela, pero debido a la tragedia que sufrió la familia del ex presidente sudafricano la misma se suspendió.

El seleccionado argentino, en una iniciativa que comandó el preparador físico Fernando Signorini, está apoyando públicamente la postulación de Abuelas de Plaza de Mayo para que le otorguen el Premio Nobel de la Paz.



APOYÁ AL PREMIO NOBEL DE LA PAZ PARA LAS ABUELAS DE PLAZA DE MAYO ENTRANDO EN ESTA DIRECCIÓN: www.abuelasdelapaz.com.ar






AYER



"Todos los presos políticos, los perseguidos, los torturados y los familiares de los desaparecidos estábamos esperando que Menotti dijera algo, que tuviera un gesto solidario, pero no dijo nada. Fue doloroso y muy jodido de su parte. Él también estaba haciendo política con su silencio." Quien formula el cargo es Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz en 1980, que logró salir de la Unidad 9 de La Plata gracias a la presión internacional, el 23 de junio de 1978, dos días antes de la final. De su cautiverio recuerda el nudo de una contradicción para muchos incomprensible: "En la cárcel, como los guardias también querían escuchar los partidos, el relato radial nos llegaba por altoparlantes. Era extraño, pero en un grito de gol nos uníamos los guardias y los prisioneros. Me da la sensación de que en ese momento, por encima de la situación que vivíamos, estaba el sentimiento por Argentina."



El Mundial del 78

En Alemania moría el popular escarabajo de la Volkswagen, el Inglaterra nacía el primer bebé de probeta, en Italia se legalizaba el aborto. Sucumbían las primeras víctimas del sida, una maldición que todavía no se llamaba así. Las Brigadas Rojas asesinaban a Aldo Moro, los Estados Unidos se comprometían a devolver a Panamá el canal usurpado a principios de siglo. Fuentes bien informadas de Miami anunciaban la inminente caída de Fidel Castro, que iba a desplomarse en cuestión de horas. En Nicaragua tambaleaba la dinastía de Somoza, en Irán tambaleaba la dinastía del Sha, los militares de Guatemala ametrallaban una multitud de campesinos en el pueblo de Panzós. Domitila Barrios y otras cuatro mujeres de las minas de estaño iniciaban una huelga de hambre contra la dictadura militar de Bolivia, al rato toda Bolivia estaba en huelga de hambre, la dictadura caía. La dictadura militar argentina, en cambio, gozaba de buena salud, y para probarlo organizaba el undécimo Campeonato Mundial de Fútbol.

Participaron diez países europeos, cuatro americanos, Irán y Túnez. EL Papa de Roma envió su bendición. Al son de una marcha militar, el general Videla condecoró a Havelange en la ceremonia de la inauguración, en el estadio Monumental de Buenos Aires. A unos pasos de allí, estaba en pleno funcionamiento el Auschwitz argentino, el centro de tormento y exterminio de la Escuela de Mecánica de la Armada. Y algunos kilómetros más allá, los aviones arrojaban a los prisioneros vivos al fondo de la mar.

"Por fin el mundo puede ver la verdadera imagen de la Argentina", celebró el presidente de la FIFA ante las cámaras de la televisión. Henry Kissinger, invitado especial, anunció:

-Este país tiene un gran futuro a todo nivel.

Y el capitán del equipo alemán, Berti Vogts, que dio la patada inicial, declaró unos días después:

-Argentina es un país donde reina el orden. Yo no he visto a ningún preso político.

Los dueños de casa vencieron algunos partidos, pero perdieron ante Italia y empataron con Brasil. Para llegar a la final contra Holanda, debían ahogar a Perú bajo una lluvia de goles. Argentina obtuvo con creces el resultado que necesitaba, pero la goleada, 6 a 0, llenó de dudas a lo malpensados, y a los bienpensados también. Los peruanos fueron apedreados al regresar a Lima.

La final entre Argentina y Holanda se definió por alargue. Ganaron los argentinos 3 a 1, y en cierta medida la victoria fue posible gracias al patriotismo del palo que salvó al arco argentino en el último minuto del tiempo reglamentario. Ese palo, que detuvo un pelotazo de Rensenbrink, nunca fue objeto de honores militares, por esas cosas de la ingratitud humana. De todos modos, más decisivos que el palo resultaron los goles de Mario Kempes, un potro imparable que se lució galopando, con la pelambre al viento, sobre el césped nevado de papelitos.

A la hora de recibir los trofeos, los jugadores holandeses se negaron a saludar a los jefes de la dictadura argentina. El tercer puesto fue para Brasil. El cuarto, para Italia.

Kempes fue el mejor jugador de la Copa y también el goleador, con seis tantos. Detrás figuraron el peruano Cubillas y el holandés Rensenbrink, con cinco goles cada uno.

Fuente: Eduardo Galeano, Fútbol a sol y sombra



La complicidad del 78'
Los argentinos no debemos perdonarnos




Las abuelas en el 78'





































 

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